domingo, 30 de mayo de 2010

Equidad de género en el trabajo

Sin duda hablar de equidad y de género se ha convertido en uno de los discursos más recurridos por políticos, académicos y especialistas de la sociedad civil en el tema.
Entendemos por equidad la posibilidad para alcanzar la igualdad a partir del reconocimiento de las diferencias, con el fin de eliminar la discriminación por género, raza, religión etc. Es la construcción social del significadlo sobre la diferencia sexual y su constatación material en las diferencias corporales.

El rol de las mujeres en las familias y en la economía del país ha sufrido un cambio significativo e irreversible. Cada vez más mujeres son las jefas de familia lo cual significa que tienen la responsabilidad total se ser proveedoras en el hogar o bien de corresponsabilidad con el varón pero de todos modos combinado actividades laborales con las de ama de casa y la responsabilidad de los hijos.

Según datos del INEGI, en el país la tasa de participación de las mujeres en el trabajo extradoméstico pasó del 17.6% en 1970 a 40% en 2006, es decir, tuvo un aumento de 23 mujeres más por cada 100; sin embargo, la participación global de las mujeres es cuatro veces menor que la de los hombres. Para el 2007, según la encuesta nacional de uso del tiempo, persistía la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres en cuanto a su tasa de participación. [1]


¿Qué significa la equidad de género en el contexto laboral de México hoy?

La equidad laboral es la posibilidad de avanzar sustantivamente en el reconocimiento de igualdad de oportunidades y trato entre hombres y mujeres. Ya que mientras que el 6.3% de los hombres que trabajan obtiene ingresos menores a un salario mínimo el porcentaje de mujeres con este ingreso bajo es del 11.5%, en el grupo de ingresos superiores a 10 salarios mínimos, hay 6.9% de hombres contra un 3.6% de mujeres. De acuerdo con el INEGI, para que haya equidad salarial entre hombres y mujeres en el plano nacional, el salarios de éstas debería aumentar en 8.8% por hora.



Desafortunadamente la equidad de género en materia laboral no se resuelve desde los números y los porcentajes. Para resolver el problema se necesitan un esfuerzo de voluntad política de un verdadero cambio de cultura. La Ley ahí está, se trata de voltear la vista al reconocimiento de los derechos laborales tanto por los patrones, las autoridades y la familia, entre otras; es fortalecer la denuncia ante las irregularidades; es crear instituciones fuertes y responsables de su compromiso para que cumplan con su deber en la defensoría de la equidad; es hacer políticas publicas que tengan en el centro el empoderamiento de las mujeres para que su inserción en la vida laboral sea más justa.

Ya decíamos que las normas de contratación, aunque por vía de la legalidad no enuncia restricciones ni discriminación entre género e incluso, por ejemplo está prohibida la prueba de embarazo, lo cierto es que hoy por hoy muchas mujeres son sometidas a pruebas de ingravidez. Su contratación está en función de su vida fértil y su pago en relación a su responsabilidad como madre, es decir, hijos en edad escolar que demanden juntas o atención a enfermedades.

Aunque es en las empresas y fábricas donde más vemos este tipo de maltratos, me gustaría referirme al caso específico de las empleadas domésticas, en dónde encontramos uno de los rangos más amplios de explotación laboral. ¿Cuántas “Amas de casa” contratan a trabajadoras domésticas embarazadas o con hijos pequeños? ¿Cuántas de estas mujeres cuentan con seguro social, guarderías, primas de vacaciones, aguinaldo, liquidación o jubilación? Es en verdad sorprendente que esta franja de mujeres trabajadoras tenga como verdugas patronales a las propias mujeres, las cuales muy posiblemente se enfrenten a la misma discriminación en su trabajo y en su ámbito familiar y que, apelando a razonamientos como aquí come, le doy techo, no gasta en agua ni en gas, son permisivas y peor aún, promotoras de este tipo de prácticas que se convierten en argumentos válidos para una sociedad que demanda equidad de género en el trabajo. A esto hay que sumarle los abusos sexuales del “patrón” y los sobrenombres de chahas, gatas, criadas, indias, etc.

Esta sociedad mexicana también debe hacer un cambio de cultura sumando los principios de derechos humanos al interior de su vida diaria, en donde replica ejercicios claramente discriminatorios. No debemos continuar solapando este tipo de prácticas que lo único que logran es que desde la familia se aprendan ejercicios que favorecen la desigualdad.

Para fortalecer a las mujeres es necesario que el Estado promueva más la cultura de la denuncia y dar certeza del acompañamiento y del cumplimiento de la Ley. El trabajo no sólo resuelve el aspecto económico sino que dignifica a la persona que lo hace, y ésa también es responsabilidad de las autoridades, es decir, la búsqueda a través de políticas públicas y acciones para que las y los que vivimos en este país lo hagamos de la mejor manera posible. Siendo felices, si no la naturaleza humana perdería su esencia y sería sólo un producto que pone a la venta sus servicios. Así que entre mas mujeres empoderadas laboralmente tengamos en nuestro país mas equidad laboral habrá.


________________________________________
[1] Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito Federal. Pág. 574 Derechos laborales

No hay comentarios:

Publicar un comentario